24 de Marzo 2004

GENERACION ROBADA

(RABBIT-PROOF FENCE)
... pues no he podido resistirme a rescatar esto de las páginas de Pasadizo, contribución realizada hace ya cierto tiempo de una película que me gustó especialmente (por cierto, ¿sale o no sale ese dvd...?), y que mi buen amigo Carlos tuvo a bien incluir en sus páginas. (Por cierto, leches, no he puesto Pasadizo en los enlaces.....)

Desde principios de siglo hasta 1970, los colonizadores australianos promulgaron una ley mediante la cual los niños mestizos y cuarterones eran separados de sus familias e internados en reservas especiales, donde se les inculcaba una educación "civilizada", y eran destinados al servicio doméstico y a las granjas, con el fin de evitar que se casaran con otros nativos y se extendiera la raza, con la excusa de "proteger a los nativos de sí mismos".

Generación robada cuenta la historia real de tres de estas niñas, que son separadas de sus padres y llevadas a un lugar a 2.400 kilómetros de su casa. Y de cómo emprenden un largo y espectacular regreso a pie, atravesando el país, perseguidas por el gobierno y sus rastreadores, y poniendo en jaque a las instituciones inglesas, siguiendo la valla para conejos (de ahí el título original, Rabbit-Proof Fence) que cruza el país en dos.

Pero aún así no es esta una historia sobre el racismo, ni la intolerancia, ni sobre las aberraciones que han cometido los países 'civilizados' en pos de sus intereses.

En este contexto, Generación robada es una historia de valentía, de ingenio, de voluntad, de inteligencia, de nobleza, de amor; la epopeya de tres niñas que solo quieren volver con su madre, a casa. Por el camino, Phillip Noyce (El americano impasible, Juego de patriotas) nos premia con un trabajo fascinante, y se centra en los personajes, en sus motivos, en sus actuaciones. No intenta -y es uno de sus mejores logros- ni justificar ni criticar las actitudes de los implicados. Solo pretende mostrar la cara humana, personal, de cada una de las partes.

Es una historia tierna, colmada de belleza, y de eso se encarga muy bien Christopher Doyle (Deseando amar, El americano impasible), con una fotografía cargada de paisajes, de luz, de rostros, de sentimiento. Para colofón, Peter Gabriel compone la banda sonora, enroscada en ritmos aborígenes, brindándole un tono por momentos desgarrador, por momentos melancólico, siempre espiritual.

La cámara es manejada con el corazón. Están de más las palabras. Los actores, en su mayoría noveles seleccionados mediante casting por toda Australia, parecen haber nacido para sus papeles. Suponen una lección para muchos profesionales dedicados al cine con muchas más tablas que tres niñas cuyos rostros reflejan el dolor, el miedo, la angustia, la esperanza, el amor, con una fuerza increíble.

Lo de las niñas es tema aparte. Estas tres chiquillas muestran una capacidad innata para conquistar a la cámara, para convencer al espectador y para lograr dar a la historia un punto tan real que resulta del todo sobrecogedor, junto con el trabajo de Noyce, que consigue con su cámara sacar de esos pequeños rostros toda la belleza y la inocencia que son capaces de brindar.

Todo el reparto nativo tienen de una manera o de otra algo que ver con la historia que se narra. Ello produce que sus interpretaciones estén afectadas directamente por sus propias historias. Y se nota. Es de suponer que el orgullo de su raza y las implicaciones personales que expresan se hayan visto íntimamente ligadas a los papeles que representan.

Kenneth Branagh realiza una labor impecable, en el papel del Sr. Neville (o Devil...), el tutor legal de los nativos, con poder absoluto sobre sus vidas, y que realmente está convencido de actuar correctamente. Branagh le da a su personaje la medida justa, con mesura, sin sobreactuaciones pero manifestando claramente la visión colonialista de los hechos. En cualquier caso, no se juzga su actuación desde un ángulo histórico, sino personal, y no se juzga, sino más bien se presenta, sin análisis mediáticos.

No nos olvidemos de la otra gran protagonista, Australia, fotografiada magistralmente por Doyle, partiturizada sobriamente por Gabriel, capturada en toda su amplitud por la cámara de Noyce, y dignificada por cada uno de sus personajes, un recorrido a pie por todos sus paisajes ("una road-movie a pie" la define el propio Doyle), sus amabilidades y sus gentes, sus asperezas y vicisitudes.

Generación robada es una cinta difícil de olvidar. Cargada de belleza, de dosis de autenticidad (es una historia real, basada en el libro homónimo escrito por Doris Pilkington Garimara, hija de Molly, la mayor de las niñas), de magia, de inteligencia, de color, de emotividad, pero también de crueldad, de soledad, en definitiva, una historia al servicio del cine en su estado más puro.

Imprescindible.

Saludos.

Escrito por Idefix a las 24 de Marzo 2004 a las 11:33 AM
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